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Capítulo 1. EL GENOMA HUMANO

"La percepción que tenemos es que el euskera es un idioma que bajó de los Pirineos para conquistar el llano, la Ribera, y es todo lo contrario".



Gráfico con los porcentajes de mezcla. En gris oscuro, cazadores; en gris claro agricultores; en negro indoeuropeos caucásicos. Por un lado está La Braña que es 10005 cazador. Por el otro, Cova Bonica y Stuttgart, las primeras agricultoras, son solo 25% cazadoras, A partir de ahí fueron subiendo su componente cazador Ötzi 30%, Atapuerca 40-50%. Los sardos actuales muestran niveles parecidos a Ötzi, el hombre de hielo alpino del 3200 a.C. que fue descubierto en 1991. Los sardos fueron agricultores neolíticos que apenas encontraron cazadores en la isla y que más tarde quedaron aislados al margen de otros movimientos migratorios caucásicos (en negro). Los vascos habrían adquirido más componente cazador durante tres mil añoshasta conformas los valores actuales, muy parecidos a los de su entorno del norte peninsular y el sur francés en lo que corresponde a los porcentajes cazador-agricultor, aunque sin porcentajes caucásicos. Elaboración propia sobre la base del gráfico de Günther & Valdiosera 2015.


En el 2013 el genetista Lazaridis y su equipo son los primeros científicos en diferenciar los tres grandes grupos de genomas ancestrales que contribuyen a la composición del ADN de los actuales europeos: el cazador/ recolector (en gris) es el heredero de los pueblos que vivieron en Europa después de la glaciación y que pintaron las cuevas de Altamira, Ekain y Lacaux; el agricultor (en blanco) llegó al occidente de Europa por el Mediterráneo desde la península balcánica hacia el 5500 a.C.; el caucásico (en negro), también llamado indoeuropeo, entró por el este de Europa hacia el 2500 a.C.

En el 2014 el genetista catalán Lalueza-Fox extrajo por primera vez el genoma humano de un par de individuos de principios del Neolítico, hacia el 5000 a.C. La diferencia entre ambos seres humanos era manifiesta. El hombre de La Braña es 100% gris cazador. La mujer de Cova Bonica es, por el contrario, 100% agricultora (el 25% de sangre cazadora gris que lleva fue adquirido en los Balcanes en su cruce con los cazadores de allí durante dos mil años). Los genetistas constatan lo que 40 años antes ya habían asegurado los arqueólogos: que los cazadores paleolíticos eran clara minoría cuando llegaron los agricultores neolíticos. El cambio genético estimado aportado por los agricultores en ese primer momento fue del 90%. Algunos aseguran que, por cada cazador que había, llegaron entre 20 o 30 agricultores.

Pero la fusión entre ambos grupos genéticos tardó en consumarse y duró unos tres mil años. Para entonces, la masa de cazadores que aún continuaban recluidos en los valles más recónditos y en las cimas más inaccesibles se fue adaptando a la ganadería y agricultura, creció en volumen y fue aportando más y más sangre cazadora al agricultor: en el 4000 a.C. Ötzi (el hombre de las nieves) tiene ya un 30% de sangre cazadora; el individuo de Atapuerca del 3000 a.C., un 50%.

Como se puede comprobar en el mapa los vascos actuales tienen un 60% de cazadores. La partición habría que hacerla, sin embargo, de la siguiente manera: fisiológicamente son, es verdad, un 60% cazadores, como se aprecia en el mapa, pero culturalmente ‘solo’ un 35% cazador autóctono (la diferencia entre el 25% con el que llegaron los agricultores y el 60% que tenemos). Un 65% de nuestros genes se corresponden, pues, con los agricultores venidos de los Balcanes.

Los genetistas confirman también un hecho sorprendente: los dos pueblos europeos que mejor conservan ese genoma neolítico original son los sardos y los vascos. Los sardos actuales son, prácticamente, agricultores puros. Apenas encontraron cazadores en la isla y, una vez establecidos en ella, quedaron aislados de posteriores influjos hasta el mismo día de hoy. Los vascos, en principio, no divergen en sus componentes genéticos de mezcla cazador/ agricultor del resto de los habitantes de la península (véase como ejemplo los manchegos) y los del sur de Francia (no los del norte que muestra el mapa). En aquel momento la mezcla neolítica estaba distribuida de manera homogénea por todo el espacio occidental de Europa. Todos eran lo mismo. La única diferencia es que los vascos, a día de hoy, apenas tienen componente caucásico (negro). Ellos quedaron también aislados hacia la Edad de Hierro y no solo han conservado esta singularidad, sino también su lengua. Y esto es algo en lo que, por cierto, también coinciden con los sardos, que conservaron la suya (paleosardo, lengua no indoeuropea) hasta bien entrada la Edad Media.

La pregunta que nos tendríamos que plantear en este punto es la siguiente: ¿Es el euskera el idioma de los cazadores paleolíticos o el del los agricultores neolíticos? En mi opinión es la lengua de los agricultores que llegaron de los Balcanes por dos motivos fundamentales: desde un punto de vista meramente estadístico es muy difícil que el idioma del cazador se hubiera impuesto al del agricultor recién llegado, conociendo la enorme diferencia demográfica que hubo al principio (90% para los agricultores) y que, normalmente, basta con un 5% de migración para imponer una lengua culta. Por otro lado, el euskera ha dejado un rastro que, como vamos a ver en los próximos capítulos, se percibe por todo el  Mediterráneo.

(Libro Historia del euskera en Valdizarbe y Valdemañeru, 2019. Fernando Pérez de Laborda)

 


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