"En el siglo VII el nombre de Vasconia se
extendió a casi todo el ámbito vascoparlante".
En estos dos mapas se aprecia el paralelismo en los límites de la extensión del Ducado de Vasconia y el euskera en el siglo VII. La Rioja y la Ribera navarra, regiones en las que no se han encontrado inhumaciones con armas, quedan fuera del territorio de Vasconia. La irrupción del reino de Pamplona en el siglo IX y la reconquista ayudaron a la contención del retroceso del euskera. Fuente: Zorion, North of the Pyrenees: Les Racines de la langue Gascogne, Halip Lartiga (2001).
En el año 406, los Hunos cruzan el Danubio y se esparcen por toda
Europa: los ostrogodos en Italia, los francos en Francia y Alemania, y en la
Península, primero los suevos y después los visigodos. El vacío generado y la
orfandad a la que se ven abocados por la caída del Imperio romano de Occidente
en el 476 empujan a los distintos pueblos de Europa a tomar iniciativa propia. Las
tribus de nuestro entorno tienen la oportunidad, por primera vez desde hacía
mil años, de imponer sus reglas. El euskera jugaría un importante papel en esta
nueva etapa.
Algunos autores (J. A. Quirós 2011) concluyen que el pueblo vasco
fue uno de los que se aprovecharon de esta circunstancia para medrar. Entre los
siglos V al VIII se crearon las condiciones necesarias para que perdurara la
identidad vasca hasta la actualidad. Sin embargo, la empresa que emprendieron
no habla de un pueblo bárbaro y pagano, como concluyeron Caro Baroja (1943),
Barbero y Vigil (1974), sino de uno muy consciente de sus propósitos y con un
proyecto propio liderado por una élite militar y eclesiástica que se
constituían como los poderes mejor situados en esos inicios. Aquel primer
ensayo de autogobierno desembocaría en el reino de Pamplona de principios del
siglo IX.
La Historia de ese periodo oscuro que suponía el origen de la
Vasconia medieval cambió para siempre cuando Agustín Azkarate (1999) presentó
la memoria de la excavación de la necrópolis tardoantigua de Aldaieta, a 20 km.
de Vitoria-Gasteiz. En los enterramientos datados a mediados del siglo VI, los
arqueólogos constatan una cultura material con armas que los acercan a las culturas
continentales. Las estelas discoidales y tabulares encontradas en otros lugares
de Euskadi empiezan a cobrar su sentido cuando se las interpreta desde está
nueva perspectiva, vinculándose los hábitos funerarios con la cultura
merovingia que evoluciona en el norte aquitano. Analizando las necrópolis, la
muga de esta influencia se puede trazar, por la tanto, en el eje de la calzada
que discurre entre Gasteiz e Iruña. Las necrópolis del entorno de Valdizarbe
(Gomazin y Saratsua) son su límite meridional. Examinado el ADN mitocondrial
(linaje materno) de las sepulturas de Aldaieta, se ha podido constatar el
“parentesco biológico”, percibiéndose una mayor afinidad con las poblaciones
cantábricas que con las merovingias. Aquellos individuos se hallaban ubicados,
genética y lingüísticamente, en su sitio. No había habido ningún tipo de
migración desde el norte.
"La euskaldunidad no era siempre motivo suficiente para entablar alianzas fraternales”
El corónimo Vasconia fue apareciendo con cierta asiduidad a partir
del siglo IV (Ausonio /Paulino de Nola 383, Hidacio 489, Juan de Biclaro 572,
Fredegario 660…). En el año 601 los merovingios
hacen tributarios a los wascones y
nombran a Geniale como su primer duque. Es el comienzo de una supuesto Ducado
de Vasconia (se nombran los duques pero no el Ducado) que perduraría durante
150 años hasta el sometimiento de Pipinio el Breve y la llegada de
Carlomagno hacia el 780, que lo integraría en la órbita de los francos
merovingios, hasta la irrupción en el año 824 de Enneco Aresta, fundador del
reino de Pamplona.
Si comparamos la región que ocupaba Vasconia con la extensión que,
en general, se le ha otorgado a la lengua vasca durante esa época, vemos que el
nombre de vascones se extendió a los pueblos euskaldunes, como se aprecia en
las dos ilustraciones que presentamos, coincidiendo ambos ámbitos casi en su
totalidad (Tovar 1975). La euskaldunidad no es, sin embargo, motivo suficiente
para entablar alianzas fraternales. Los intereses que mantienen los poderes
regionales son, por momentos, variables. Araba decide alejarse de la órbita
vasca a partir del siglo VIII y confluir en alianza con el reino de Asturias.
La mayoría de los pueblos que hoy conforman Euskal Herria son el fruto de aquellas pequeñas fundaciones que se pueden ubicar hacia el siglo VII/ VIII. Los núcleos tribales que provienen de los límites montañosos son capaces ya de equipararse en poder a los gobernantes pamploneses y son portadores de una lengua y una cultura que contrasta con las formas tradicionales de índole latina y visigoda de la capital. La toponimia de acento arcaico que se va conformando hunde sus raíces en la profundidad de los tiempos. Gares, Añorbe o Zirauki son nombres de lugar de difícil interpretación etimológica en comparación con la toponimia menor que va surgiendo posteriormente, que a la luz del euskera actual es mucho más comprensible.
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